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                                                              "El ruiseñor se niega a anidar en la jaula, para que la
                                                              esclavitud no sea el destino de su cría.” Khalil Gibran.                 


Dijo que no, lo pensó fantasía 
y entonces la vida siguió su curso.
Acomodó los zapatos su placard limpió los espejos,
puso en orden el secreto mundo de reflejos
que desde su silencio invadían los manteles
y siguió, todo siguió el camino de los acertijos
 Dijo no, prefiero mantenerme a salvo,
dejó a un costado los cuchillos que cortarían 
los trazos de su linaje y se dedicó a lustrar
orgullosamente sus cadenas de aire
Ordenó deseos, les puso nombre,
se adjudicó los sueños rotos de otros
y con sus pedazos levantó sus paredes:
así será, determinó sin pensarlo,
golpeándose el pecho con el cínico orgullo
de los llamados amores eternos
No imaginó
que algunas mujeres y otros hombres
tienen la osadía
de vivir la única vida que se les da
y entonces 
deseó lo que le contaron

Los días se quedan sin tiempo mientras la vida hace esas pausas
Cuando abrió de nuevo los ojos
lloró con torpeza las mañana perdidas,
en su madriguera de invierno sintió que tal vez,
no hubieses sido necesario tanto
pero estaba allí, pensando que eso era la vida,
que así lucía y sangraba el amor,
y los perros ladrando en el sótano
y mordiendo sus talones se volvieron cotidianos
El tiempo fue inaugurando sus máscaras,
pasaron los otoños, los inviernos,
y supo entonces que el pecho 
no da respiro sin sobresaltos

Hay que tener cuidado con las ofertas,
con las cuentas saldadas,
con los buenos partidos:
nunca se sabe cuanto va a cobrarnos la mesura
para escuchar nuestro silencio
             al cerrar los labios 






Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...