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Adoro tu cara de muñeca antigua cuando mirás lejos
un punto que se pierde en tu ojos de clepsidra
Amo tu risa empotrada contra los muros del día,
como conjuro que persiste ante los contratiempos.
A veces me enojo con tu porfía:
cuando te negas a ser la asesina de algunas ilusiones, 
o rechazas de lleno ser la verdugo
de primaveras cálidas en sus albores
Estás, siempre estás 
ahí,
al borde del abismo con tu presencia de colores
con tus manos crispadas para amortiguar el salto
mientras sacudís tu cabeza roja diciéndome
"no era volar, te lo advertí...pero se le parece tanto"
Qué más da entonces el momento del fin
cuando se agotan los interminables segundos
 que pudieron ser días, semanas, meses, la vida...
Estás, siempre estás,
no sabés de renuncias cobardes
ni de banderas a media asta
ni de conquistas que presuman de exhibirse en la plaza
sos el prisma que refleja luz
cuando se unen los colores.
Estás, 
y en este mundo de renuncias vacías, 
de atropellos crueles y absurdos,
de rasgarse el alma por tener,
de perder el momento por exhibir la imagen
no sé si hay algo
que tenga más valor que eso: estar, alma mía
      Ser, estar,
                          que no es parecer, ni semejar
               






Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...