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Todas las noches dejo, al borde de la tibieza,
una ciudad que habito entre sombras.
Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrados,
y vuelvo a caminar sus esquinas con el afán
de atrapar sus penúltimas imágenes,
sus colores tenues, sus caras sin nombre...
Todas las noches habito y deshabito esa ciudad
donde me pierdo sin excusas,
sin poder explicar sus construcciones,
sin saber cómo llega mi alma de un punto cardinal
a otro que me invade
Cuando abro los ojos y la mañana se derrama en mis sienes
cuando cada templo de certeza se derrumba y me muestra
los esqueletos blancos de los miedos,
las manos púrpuras y húmedas de los deseos,
las caricias sin nombres,
las lágrimas sin rostro,
cuando abandono esas calles sin dueño 
siento que dejo atrás una comarca que lleva el nombre
de todo lo que imprime el tiempo
como guardianes transparentes de todo lo que en la luz,
no pudimos dar palabra
Más de ciento veinte años han pasado y aún hay gente que no cree
en el valor implícito de los sueños


Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...