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Nada pudo decir mejor de sí mismo
el pájaro que se nombró esta mañana:
"yo me llamo gorrión"-dijo
-y te lo digo torpe, con aleteos desordenados,
y escribo mi nombre en la arena
para que luego venga el mar y lo borre-
Pero se sabe:
no hay marea que impida 
que el obstinado pájaro vuelva a nombrarse.
Espera como una gota de esa marea
que los siglos lo descubran
y que miles de años tengan
su talismán de buena estrella

Repite como un guerrero empecinado:
"Yo me llamo gorrión"
y nadie más 
que otro que comprenda mi nombre
podrá renombrarlo




Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...