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Crece el hueco de mi pecho 
como un violín que disfruta sonando a sí mismo
las miles de notas que irán a dar al viento
Crece mi pelo como una llamarada,
que se derrama en flores y letras:
todas se atropellan por mostrar sus curvas
como la letra cursiva en la m de nombre
Voy desde el centro de mi vientre
a lo abyecto de tu espacio
y en los escalones vibrantes sólo espero
ver la sombra de tu pena,
no,
ni aun la pena:
la sombra
Todas las espinas apuntan al centro de la rosa
y la flor sigue intacta en su color
Todo los filos amenazan a la flor,
y la flor sigue perfumando el cuchillo
No te ilusiones:
aunque escupan sobre mi esperanza
la luz seguirá partiendo la mañana desde mi plexo
para atravesar la oscuridad y seguir iluminándome




Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...