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Nadie sabe qué hacer con el olvido
Luces rotas de un carnaval que se duerme
y uno que insiste en guardarse las guirnaldas de la fiesta
Todos los manuales nos explican 
la ventaja de ejercitar la memoria:
ningún estatuto de salud menciona
el poder que tiene para la sangre
ensayar el olvido

Nadie sabe que hacer con lo perdido,
con lo que ya no está en el aire,
con lo que nos deja un cementerio de abrazos
Insistimos en sobrevivir a fechas y pretéritos
sábanas y dolores, pájaros y besos:
todo se escapa al desván de los sentidos
Si cierto es que la memoria  
nos permite con su signo la identidad y la historia,
no menos cierto es que el olvido
construye su castillo con despojos de pétalos
de risas, de vinos de la furia de algunos besos
Lo asombroso
es que nadie sabe donde ponerlo:
donde se guarda lo que se fue?
Lo que con su ausencia sigue ocupando espacio?
La lluvia de cualquier tarde y el sol de ese mediodía
seguirá aturdiendo su música en tus oídos
como si las gotas te hubiesen hermanado con su tenue melodía,
y aunque uno insista en adiestrarlo, igual que la memoria
no es posible olvidar lo que se quiere, 
sino sólo lo que podemos, sin pena ni gloria


Todas las noches dejo, al borde de la tibieza, una ciudad que habito entre sombras. Repaso sus calles por última vez, con los ojos cerrado...